The oh-so-very-annoying sexist view of Menstruation

I remember when I got my first period. It was a very annoying experience since it meant start using pads (to which I later found out I’m allergic, btw) and a lot of minor inconveniences once a month, for almost a week.
But people seemed to be excited about it. Why? Because it meant I was a woman now.
Now. I was a woman now.

At the moment the idea bothered me but I never really got why until very recently, while I was reading a few things about AFAB (assigned-female-at-birth) transgender people and how menstruation could be very triggering for them.

There’s this awfully sexist notion that menstruation is the key sign that you are a “woman”. As if previously you were a potato with legs or something. But why sexist? I mean, after all puberty is part of growing up and becoming an adult, at least physically. It’s not really sexist, is it?

But it is. Because what makes you a woman is your ability to be pregnant. The fact is that when you get your first period you become potentially fertile, and thus, you magically gain the ability to bear children (in theory). So what ends up happening is that you become a woman, as opposite to a child, when you are able to be a mother.

What’s sexist about this? The idea that motherhood and womanhood are the same thing. You see it all the time. Every time media talks about women, the image of motherhood appears almost inevitably. When you say you have no intention of having children, people dismiss it and say that you’ll “change your mind when you get older”, because you’re a woman. You identify as a woman. So of course you want to be a mother.

What happens to women who don’t want to be mothers? What happens to women who are biologically unable to get pregnant or give birth? What happens to women who were not assigned female at birth? What happens to transgender people who were assigned female at birth and have that idea of uterus = womanhood currently pushed their way?

What happens to basically anyone who doesn’t fit into the traditional and patriarchal image of what a woman should be?

The idea that menstruating makes you a woman is an expression of the deeply sexist view that women only achieve true womanhood when they become a mother. That impacts our access to healthcare (I have a more expensive healthcare insurance because I could get pregnant at any time, apparently), our access to jobs, and the way society treats us. That impacts the image we have of ourselves as women.

It impacts everything.

So yes, it bothers me when somebody implies there’s something inherently female about my menstruation. Or, for that matter, whenever somebody or something implies that having a uterus immediately means I’m a woman, or that not having one immediately means I’m not.

It bothers me that this annoying even that happens once a month is supposed to completely define who I am. Now, what’s not sexist about that?

A quick reflection on sexual consent

Recently, a guy I met online was telling me about a past sexual experience with a previous sexual partner that involved violent anal penetration. The tale, as was told by him, went a bit like this:

“She asked me to penetrate her anally all at once, in a violent manner. I told her we should go slow, but she demanded it quite aggressively so I complied. Neither of us had done this before. So I did, and she ended up crying and blaming me for it”.

I have heard such stories a few times in the past, and it made me think about how valid is sexual consent when it involves sexual practices we are not familiar with. So I wanted to share with you a quick reflection on sexual consent, coercion, and how responsible are we regarding our partner’s safety when it comes to sexual practices.
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El asilo contra la opresión

Hace un par de días, el jueves 21 de mayo, fue la cuenta pública del gobierno de Michelle Bachelet. Como todos los años, el discurso fue acompañado de protestas ciudadanas por el descontento contra el actuar del gobierno y las insatisfactorias respuestas que entregan a los movimientos sociales. Y, como todos los años, la jornada terminó con una serie de compañeros y compañeras heridos y/o detenidos. Este año, particularmente, un miembro de la UNE UC resultó herido de gravedad y todavía se encuentra en el hospital en estado crítico.

Y las respuestas no se hicieron esperar.

No voy a hablar de la situación de Rodrigo, porque mucho se ha dicho y no me considero con la autoridad como para escribir sobre su estado ni su persona. Pero sí voy a hablar del contexto en el que algo como lo que le pasó a Rodrigo puede pasar en este país y generar la serie de respuestas que ha generado en muchos grupos, que van desde la indiferencia hasta la justificación. Sí creo que puedo, y que todos debemos, hablar de la forma en que se comportan los carabineros cada vez que hay una manifestación ciudadana y cómo la represión violenta y sistemática que busca acallar las voces de todas las personas que se manifiestan de manera pacífica, tal y como es su derecho en una república supuestamente democrática, pone de manifiesto los profundos problemas que tiene nuestro sistema político y la herencia de la dictadura que sigue viva en el actuar policial y en la opinión pública al respecto. Sí tengo toda la autoridad para hablar de lo que me pasa como ciudadana de este país cada vez que me meto a internet después de una manifestación y veo fotos de estudiantes en el piso, ensangrentados, y leo los testimonios respecto al actuar policial.

Lo primero que voy a decir es que tenemos que dejar de criminalizar la capucha. No, Rodrigo no estaba encapuchado. Así como tampoco lo están la gran mayoría de las personas que salen a las calles a expresar su descontento y son violentamente reprimidas por los Carabineros. Y como les aseguro que tampoco lo están la gran mayoría de los que se van detenidos al final de cada marcha o manifestación. Pero aunque lo hubiera estado, eso no justifica la violencia con la que actuó (y actúa sistemáticamente) Carabineros. 

He leído comentarios de muchas personas que atacan el actuar de Carabineros señalando que Rodrigo iba marchando con el rostro descubierto y que esa es la principal razón por la cual lo que hicieron está mal. No, no nos equivoquemos. El actuar de Carabineros hubiese estado mal aunque Rodrigo hubiese estado encapuchado. Tenemos que empezar a entender que la violencia desmedida y el poner en peligro la vida y la integridad física de nuestros compañeros no va a ser buena o mala dependiendo de lo que estaba vistiendo la víctima. La violencia desmedida de Carabineros está siempre mal, aunque la víctima hubiese estado tirando piedras. Porque déjenme decirles con todo respeto que el justificar la represión y el asesinato (porque muertos ya ha habido, por cierto) de personas porque “estaban encapuchados” o “estaban tirando piedras” es un discurso que he escuchado harto en videos antiguos de una época que se supone que este país dejó atrás.

Ilusamente, con toda la inocencia de una persona que ha crecido en un ambiente súper protegido y bastante alejado de la protesta cotidiana en la calle que fui a conocer en la Universidad, yo en un principio creía que la labor de la fuerza policial durante las manifestaciones era contener los disturbios y proteger a las personas que se manifestaban pacíficamente. Me bastó ir a mi primera manifestación, hace años ya, para darme cuenta que eso no era así. Y eso que yo no recibí golpes de ningún tipo.

Ahí me di cuenta que la historia de las marchas no era como me la contaba la televisión. Primero, no habían ni la mitad de disturbios que la televisión me mostraba. Recuerdo haber marchado con mis compañeros en la Universidad y no haber visto jamás un grupo de encapuchados rompiendo un negocio. ¿Estoy diciendo que no pasa? No, para nada. Estoy segura que pasa. Pero si después de haber ido a un número no menor de marchas, y haber hecho todo el recorrido con mis compañeros, jamás vi una situación de este tipo, es que no son tan masivas como la prensa nos quiere hacer creer que son. La gran mayoría de las personas marchaba entre risas, cantos y bailes, en un mar de colores, y parecía más una fiesta que el caos que nos muestra la televisión.

Segundo, yo pensaba que los carabineros aparecían al mismo tiempo que lo hacían las personas que causaban destrozos. Y no es así, para nada. Recuerdo que en una de mis primeras marchas me confundí con el horario y llegué casi una hora antes de la convocatoria oficial. En Plaza Italia había poquita gente, estaban recién empezando a llegar los estudiantes. Pero había un montón de carabineros, y por lo menos tres carros lanza agua, esperando que llegáramos. Y todos actuaban como si fuera lo más normal del mundo. Y después, viendo videos de mis compañeros, me di cuenta que cuando empezaban los destrozos los carabineros solían brillar por su ausencia. Porque uno ve en la televisión enfrentamientos, cuando ya hay una barricada de tres metros y la cosa está bien negra. ¿Dónde están las “fuerzas del orden” antes de que llegue a ese nivel? ¿Dónde están cuando empieza a “quedar la cagá”?

Yo les digo dónde. Mirando a los que marchan pacíficamente, y haciendo tiempo hasta que quede suficientemente la cagá como para dar un bonito espectáculo a la prensa y demonizar aún más los movimientos sociales. ¿Suena muy paranoico, mucho como conspiracionista? Sí, quizás. Pero lo digo así, tal cual, porque no me cabe la menor duda de que sea así. Porque sería mucho más fácil detener las cosas cuando están partiendo, pero los carabineros nunca llegan. Y en lugar de eso se llevan detenidas a personas que jamás tiraron una piedra y nunca se cubrieron el rostro.

Pero no perdamos de vista las cosas. Esto no es una coincidencia. No es que un día se levantaron un grupo reducido de Carabineros y decidieron, de manera totalmente espontánea, golpear estudiantes hasta dejarlos en el piso. La forma en que se comportan las fuerzas policiales en cada una de las manifestaciones ciudadanas no es algo que se dé al azar, no es algo que se derive de “la desesperación del momento” ni que tenga que ver con el actuar individual de un grupo de funcionarios particular. Esto es una estrategia institucional, esto es un protocolo de manejo de la manifestación ciudadana que viene de mucho más arriba en la cadena de mando, y por eso ocurre en todas y cada una de las marchas, a lo largo del país, más o menos de la misma manera en que se viene dando hace varios años ya.

Esto es represión sistemática como parte de una política de Estado. Es cosa de ver las respuestas: rara vez vemos consecuencias para los funcionarios particulares que cometen estos actos, y las consecuencias, cuando las hay, no son para nada proporcionales a la gravedad de lo ocurrido.

Por eso me molesta tanto cuando ante este tipo de situaciones sale un grupo no menor de personas sosteniendo que “existen encapuchados que golpean a Carabineros” (¡de nuevo justificando la represión con la capucha!). Porque esto no se trata de empatar víctimas, no se trata de “uno tú y uno yo”. Y porque aunque lo fuera, ¿cuáles son esos dos bandos? ¿Cuáles son esos grupos que están enfrentados en igualdad de condiciones en una especie de guerra civil? ¿Los carabineros y los manifestantes? ¿Los carabineros y los encapuchados?

Esto no es una guerra civil. No podemos comparar la represión sistemática y amparada por el Estado a la acción aislada de un grupo de individuos que no están amparados por ninguna institución ni son protegidos ante este tipo de situaciones.

Cada vez que salen en las noticias reportajes sobre la represión en otros países, vemos un rechazo generalizado hacia los gobiernos que lo permiten y lo amparan. Pero cuando es acá, cuando las víctimas son personas con las que podríamos habernos cruzado un día cualquiera, un grupo importante de personas encuentra justificaciones para el actuar del gobierno y se les olvidan todas las declaraciones bonitas y compasivas que salen de sus labios cuando esto ocurre en un país lejano.

Esa indiferencia tiene que parar. Esa hipocresía tiene que detenerse, y tenemos que ver las cosas por lo que son: estamos, cada vez más, convirtiéndonos en un país donde los ciudadanos tienen motivos para sentir miedo cuando deciden salir a la calle a manifestar su descontento con el gobierno, y donde uno puede despedirse de un amigo antes de que se vaya a una marcha y no saber si va a terminar herido al final del día.

¿Ése es el país que queremos? Al menos sé que no es el país que me prometieron cuando niña, no es el país que me contaban en las campañas políticas ni el país en el que pensé que iba a vivir.

Nuestro himno nacional señala a Chile como “el asilo contra la opresión”, pero cuando pasan cosas como las que vimos el jueves, Chile no es eso, sino completamente lo opuesto. Y cada vez que buscamos razones para justificar la represión, cada vez que encontramos una razón para no condenarlo de manera absoluta y escandalizarnos cada vez que prendemos la televisión y vemos a la policía actuar con brutalidad, estamos contribuyendo a que Chile se convierta cada vez más en ese otro país, ese país distinto al que se supone que íbamos a conseguir con el “retorno a la democracia”.

Si queremos que Chile sea verdaderamente el asilo contra la opresión, no podemos quedarnos callados cuando ocurren cosas como lo que le pasó a Rodrigo. No podemos quedarnos callados cuando escuchamos el número de estudiantes heridos y detenidos simplemente por levantar la voz y decirle al gobierno que no están de acuerdo con cómo se están haciendo las cosas. Y no podemos prender la televisión cada 21 de mayo y creerle a la Presidenta cuando nos habla de la confianza y la transparencia y la libertad de expresión pero afuera del Congreso nuestros compañeros están siendo golpeados por los Carabineros, por sus Carabineros.

Un abrazo grande a todos y todas los hombres y mujeres que luchan cada día por cambiar este país, y un abrazo especialmente grande a la familia de Rodrigo y a la gente de la UNE. Mis oraciones están con ustedes, gente querida.

Bruce Jenner, the brave

The rumors have been going around for almost a year: Is Bruce Jenner transgender?

I remember people making jokes a long time ago, people discussing that Bruce Jenner looked like an “old lesbian” and things like that. But the topic really became a “thing” a couple of months ago, with magazines reporting about his transition and reports going on and about all over the internet.

A few weeks ago, when the interview with Diane Sawyer, was announced, people assumed it was true: Bruce Jenner was, indeed, transgender. Some people were shocked, some people were sceptical, and some other people dismissed it as a “publicity stunt” (how awful is that?). And then the interview was out. And the world exploded.

Bruce Jenner is 65 years old. He’s famous, he’s an icon. And he’s a woman.
(He has requested to be referred with male pronouns and his birth name while transitioning, so I will respect his wishes).

I don’t think I need to say how brave he is for coming out now, knowing that a lot of people will judge him, knowing that a lot of people won’t believe him, and knowing that a lot of people will joke mercilessly with this. He knew this, and he still decided to come forward with this, both because he couldn’t take it any longer, and also because he knew how important it is for the entire transgender community across the world.

I saw the interview, and when he mentioned his struggles with his gender identity ever since he was a young kid, it reminded me of all the other beautiful young transgender people I’ve met through the internet in the recent time (big hugs to you, Viv!). It also reminded me of all the transgender youth we have said goodbye to since the death of Leelah. And the pain and conflict they have lived through both in accepting their gender identity and facing a world that is not informed on the topic. And when I think of that, I also think that if this is the pain of transgender youth today, with a lot of support groups on the internet and information on the topic available one click away, how much worse must it had been for young Bruce Jenner, back in the 50s, with no idea what was going on with him, maybe thinking there was something wrong, and having no one to talk about this with.

I think about how brave he was back then. How he got up everyday and faced the world with something inside him that must have felt like a dirty secret. How he became a sports legend while having that huge weight on his shoulders. How he went through transition in the 80s, the 80s, knowing that he would be criticized and attacked because he was a huge celebrity and transgender people were rejected back then even more than today.

When he talked about how he stopped transitioning because he didn’t want to hurt his kids, it broke my heart. 30 years later, and a lot of transgender people still feel like transitioning is something to be ashamed of, or something that will hurt their families.

When we think about all that, about how hard it must have been for him to live with this for so long, how he has tried to transition before and felt the pressure of society to stop, I think we are reminded again of how brave he has been all of his life, and how brave he has to be to come out now, at 65.

I’m happy he has a supporting family. I’m happy he feels love in those around him, enough to help him go through this. I’m happy about the overall reaction of celebrities and media. I’m happy about how this can help raise awareness towards transgender people and the discrimination they face everyday.

But let’s not think for one second the fight for transgender rights is over. Yes, Bruce Jenner shows us that being transgender is not a phase and that is not something you “fix”. Yes, Bruce Jenner has raised awareness on the fact of how sexual orientation and gender identity are two different and unrelated things. Yes, Bruce Jenner has spoken about the importance of respecting people’s preferred pronouns, no matter which ones they are. Yes, Bruce Jenner has discussed about how horrible it is that people would think that his transition is a publicity stunt.

And that’s a great first step. But it’s not the end of the road.

All my love and support for the Jenner-Kardashian family. I’m very proud of Bruce Jenner, and I hope he walks this new chapter in his life with his head high, because he deserves it.

Transfobia y la dictadura de los genitales

(English version available here)
Hoy escuché la triste noticia de que otra adolescente transgénero había cometido suicidio hace unos días, después de sufrir de bullying y aislamiento social en su escuela. Su nombre era Taylor Alesana. Su muerte marca el séptimo suicidio de adolescentes transgénero desde Diciembre. Su nombre se añade a la lista que empieza con Leelah Alcolrn y, hasta ahora, terminaba con Blake Brockington.

Lo que todas estas personas, estas hermosas personas, tenían en común es que fueron rechazadas por ser quien eran. Sólo por eso. No fueron rechazados porque tenían opiniones problemáticas, o una visión del mundo que no era compartida por su familia o amigos. Fueron rechazados, y finalmente llevados al suicidio, porque la gente no pudo aceptar quiénes realmente eran.

Y no iba a hablar de esto ahora (en lugar de eso, me estaba enfocando en hablar sobre el consentimiento y el abuso sexual) pero me di cuenta que no podía permanecer callada un minuto más. No nos podemos quedar callados cuando la transfobia generalizada de la sociedad de hoy está matando gente joven cada semana.

Así que decidí hablar sobre la transfobia. Yo, una mujer cis (aunque todavía estoy luchando con el hecho de que a veces siento que no me identifico con ningún género, pero ése es un tema para otro día), yo, que nunca he experimentado el ser tratada como si no supiera quién soy, yo, que nunca he experimentado el ser tratada con un pronombre distinto a aquel con el cual me identifico, yo, que no sé realmente en mi propia carne lo que es experimentar una crisis emocional gatillada por cosas aparentemente “mundanas” e “irrelevantes” porque en nuestra sociedad si naces con vagina eres mujer y si naces con pene eres hombre, yo, yo voy a hablar de esto.

Porque todos debiéramos.

Porque no porque no seamos víctimas de la injusticia y el abuso significa que no debamos hablar sobre ello y luchar para que se termine.

Porque no es cierto que “no sea nuestro asunto” o “no sea nuestra pelea”.

Tenemos un deber, como seres humanos. Y ese deber es luchar para terminar con el abuso hacia todos nosotros. Soy feminista, y creo en, y peleo para, la igualdad entre todos los géneros.

(Nuevamente: esta es mi opinión personal y, a no ser que esté explícitamente señalado en la forma de una cita o una referencia, estoy hablando desde mi propio conocimiento y experiencia. Siéntase libres de discutir conmigo en los comentarios, me encantaría aprender de sus experiencias y visiones personales, especialmente si sienten que estoy equivocada respecto a alguno de los temas aquí discutidos).

  1. ¿Qué es la identidad de género?

Cuando hablamos sobre transfobia y los derechos de las personas transgénero, primero tenemos que tomarnos un minuto para hablar sobre qué es exactamente la identidad de género.

La identidad de género es el auto-concepto y el sentimiento personal e interno que tiene una persona sobre identificarse como hombre, mujer, ninguno, ambos u otras identidades no-binarias y genderqueer. Como se intuye por la definición, la identidad de género está asociada a la identidad individual, y a la forma en que cada persona se ve a sí misma, y por tanto puede o no coincidir con su sexo asignado al nacer. Esto significa que una persona que nació con órganos sexuales femeninos, como yo, puede identificarse como mujer (por tanto identificándose con su sexo asignado al nacer y siendo definida como “cis”) o no identificarme, o hacerlo sólo parcialmente, con su sexo asignado al nacer (y por tanto perteneciendo al grupo transgénero/genderqueer/no-binario).

De esto se sigue que la identidad de género no está definida por el “sexo” o los órganos sexuales, sino por el proceso de auto-identificación personal, individual, interno y privado de cada persona. La construcción de la propia identidad de género es un proceso que cada uno de nosotros debe vivir de forma personal, y nadie más que nosotros puede decirnos con qué género nos identificamos.

He definido la identidad de género como un “proceso”. Esto es porque definir nuestra propia identidad de género puede tomar mucho tiempo, y puede pasar por distintas etiquetas hasta que finalmente encontramos la que nos identifica, al igual que esos juegos de niños donde hay que poner una figura a través del espacio que tiene su forma: Algunos niños lo logran al primer intento, y otros se toman más tiempo para encontrar el lugar correcto. De la misma manera, podemos tomar mucho tiempo para encontrar la “caja” donde cabemos, y definir con total seguridad y claridad nuestra propia identidad de género. Esto no significa que nuestra identidad de género en un punto determinado de nuestra vida sea “inválido” o “incorrecto”, incluso si en algún momento decidimos que nos identificamos con otra etiqueta. Por tanto, ninguna persona está “fingiendo” su identidad de género. Ninguna persona está “fingiendo” ser transgénero o no-binario o género-fluido. Tenemos que respetar el derecho de cada persona a identificarse con la etiqueta que cada uno decide que mejor le representa,y nadie tiene el derecho a criticar, juzgar o cuestionar eso.

(Ahora, esto no significa que tenemos que vivir el proceso de auto descubrimiento y construcción de nuestra identidad de género solos, pero este es un tema que tocaré más adelante)

He incluido en el título de esta columna las palabras “la dictadura de los genitales”. En la sociedad de hoy, es muy común asumir que los órganos sexuales de una persona define y determina su identidad de género. Este es un concepto que voy a abordar a lo largo de la columna, pero quería explicarlo desde el principio.

He llamado a esa noción “la dictadura de los genitales” porque domina todos y cada uno de los aspectos relacionados a la identidad de género, y es usado como una razón para cuestionar la orientación sexual de las personas transgénero.

Comúnmente escuchados en las noticias cosas como “¡Él finalmente es ella!” o “¡Hombres que solían ser mujeres!” y otras por el estilo, mostrándonos fotografías de personas que han pasado por cirugías de reasignación de sexo. Estoy segura que todos hemos escuchado de casos como los de John Jolie-Pitt, quien nació con órganos sexuales femeninos, que ha manifestado su deseo de que le llamen “John”, en lugar de su nombre de origen “Shiloh”, expresa su identidad a través del uso de trajes, corbatas y cabello corto, entre otros aspectos, y que, de acuerdo a los reportes, prefiere pronombres neutrales. Sin embargo, cuando leemos las noticias, los titulares son frecuentemente “La hija de Angelina Jolie y Brad Pitt, Shiloh, quiere que le digan John”. Si bien no sabemos si John se considera una persona transgénero, sí sabemos que prefiere el uso del pronombre neutral en inglés “they” y quiere que le llamen John. Referirse a su persona como “Shiloh” o usando pronombres femeninos es no respetar su decisión y representa una violación a su derecho personal de construir su identidad de género.

Lo mismo ha pasado con la supuesta transición a la que se está sometiendo Bruce Jenner, quien estaría en un proceso de transición para hacer coincidir su cuerpo (biológicamente “hombre”) con su identidad de género femenina (he evitado los nombres en esta frase, con gran dificultad, porque esto sólo es especulación dado que no ha sido confirmado por Bruce Jenner o los miembros de su familia, y por tanto no sabemos qué pronombres prefiere). No obstante, los títulos en las noticias dicen “¡Bruce Jenner se está convirtiendo en mujer!” o “Bruce Jenner ahora tiene el pelo largo: ¿será que se está convirtiendo en mujer?”

El hecho es que todas estas expresiones se derivan de la idea de que eres un hombre si naciste con órganos sexuales masculinos y sólo puedes “ser una mujer” si cambias tus órganos sexuales a femeninos.

Esto es incorrecto, dañino y, aún si la persona no lo dice a modo de insulto, un acto de transfobia.

Como ya he dicho: La identidad sexual no está asociada a los órganos sexuales que una persona tiene al nacer en el sentido de que puede coincidir o no. Y no hay nada “incorrecto”, “erróneo” o “irreal” en ello. Si una persona se identifica como una mujer, entonces esa persona es una mujer, independiente de si tiene vagina o no (lo mismo para todas las otras identidades de género). No hay una manera de ser, o transformarse en, una “mujer real”. Una mujer transgénero que nació con órganos masculinos y no ha pasado por transición hormonal o quirúrgica es una mujer real. No se va a “transformar” en una mujer real después que empiece a tomar hormonas, o después de remueva quirúrgicamente su pene. Ella es una mujer real ahora, porque se identifica como tal. Asumir lo contrario es sostener que alguien tiene más autoridad sobre la identidad de género de una persona que ellos mismos. ¿Ven lo mal que está eso?

  1. ¿Está la identidad de género asociada a la orientación sexual? (i.e. “¿Puede una persona transgénero ser homosexual?”)

No, la identidad de género no está asociada a la orientación sexual. Eso quiere decir que una persona transgénero puede ser homosexual, heterosexual, bisexual, pansexual, asexual, demisexual, y otras las otras orientaciones sexuales en el espectro.

Hoy estaba navegando en tumblr y lei el este comentario

“¿pueden los hombres trans dejar de decir que son gays por gustarles los hombres?”

seguido de este comentario añadido por otro usuario

“si alguien es una mujer y le gustan los hombres, no es gay”

(traducción propia)

Eso se relaciona fuertemente con el concepto que discutíamos anteriormente, “la dictadura de los genitales” (y es también profundamente homofóbico). Es la idea de que tu orientación sexual está definida por el tipo de órganos sexuales que tú y la persona con la que mantienes relaciones sexuales tienen. Así, si eres una persona transgénero que nació con órganos sexuales masculinos (es decir, pene y testículos), que se siente atraída por otra persona que también nació con órganos sexuales masculinos, entonces eres gay. Independiente del género con quien tú o la otra persona se identifiquen.

Esto va de la mano con la idea de que si un hombre tiene relaciones sexuales con una mujer transgénero que tiene pene, entonces es gay; o que los hombres gay sólo quieren ser mujeres (dos concepciones que son bastante comunes entre ciertos grupos de gente y que yo personalmente he escuchado más de una vez).

Todas estas situaciones están mal, porque ignoran la identidad de género y orientación sexual con la que cada persona se define a sí mismo. La única persona que puede decidir qué etiqueta les hace sentir más cómodos (nótese que estoy diciendo “etiqueta” en lugar de “orientación sexual” o “identidad de género” porque uno no elige quién es, pero podemos elegir cómo preferimos que nos llamen) son ellos mismos. Recordemos que ni los órganos sexuales con los que una persona nace NI el comportamiento sexual definen la identidad de género o la orientación sexual de las personas: Una persona puede experimentar sexualmente con otra persona del mismo género y ser heterosexual, y eso es algo que nadie puede determinar más que cada persona (nuevamente: esto no significa que las personas tengan que pasar por el proceso solas, sino que la última palabra viene de cada uno y de nadie más).

Además ese tipo de comentarios, además de ser completamente transfóbicos, ignoran la existencia de otras orientaciones sexuales aparte de “heterosexual” y “homosexual”, como asexuales, bisexuales, pansexuales, demisexuales, etc.

Entonces, para resumir:

  • Una persona puede tener cualquier orientación sexual dentro del espectro, independiente de su identidad de género.
  • El género de la persona con quien decides tener relaciones sexuales no determina tu orientación sexual.
  • Asumir la identidad de género y/o la orientación de una persona basándose en la ropa que usa, el comportamiento que tienen, o sus prácticas sexuales, es una falta de respeto y una violación al derecho de cada persona a su propia identidad.
  1. ¿Ser transgénero es lo mismo que ser transexual?

La respuesta corta a esa pregunta es: no, no son lo mismo. La respuesta larga es un poco más comlpicada, y voy a basarme en lo leído en sitios web tales como Transyouthequality.comGlaad.orgTranspeoplespeak.org, y Transstudent.org.

Una persona transgénero, como hemos estado discutiendo a lo largo de esta columna, es alguien que no se identifica, o no se identifica exclusivamente, con el sexo con el que fue asignado al nacer. Esto puede significar identificarse como hombre, mujer, ambos, ninguno, una combinación de ambos, u otras identidades de género no incluidas en esas categorías.

Una persona transexual, por otro lado, puede ser definida como alguien que siente que su identidad de género no es compatible con el sexo anatómico con el que fueron asignados al nacer y necesitan alterar su cuerpo a través del uso de terapia hormonal y/o cirugía. Algunas personas consideran que este término es peyorativo dado que puede ser usado por ciertos grupos para decir que alguien necesita alterar su cuerpo (o desear alterar su cuerpo) para poder ser considerado como una persona transgénero.

Lo que debemos aprender de esta definición es que ser una persona transgénero no implica la necesidad de alterar el propio cuerpo, ya sea a través de hormonas y/o cirugía. Una persona transgénero puede sentir la necesidad de alterar su cuerpo o no; puede sentir la necesidad de cambiar la forma en que expresa su género o no. Recuerden que estamos hablando de lo que cada persona quiere hacer en relación a su propio cuerpo y por tanto la identidad de género no está condicionada por si pueden o no acceder a terapias, vestuario, cambio en su nombre legal, entre otras cosas. Por ejemplo, una persona puede sentir la necesidad de tomar hormonas o cambiar su nombre, y si tristemente no tienen acceso a estas terapias o las personas no respetan su nombre de preferencia, no significa que no sean transgénero. De la misma manera, una persona transgénero puede no querer pasar por una cirugía de reasignación de sexo, por razones que no necesitamos saber ni preguntar, y eso no significa que no sean transgénero.

Así como tenemos que respetar la identidad de género Y la orientación sexual de cada persona, también necesitamos respetar la forma en que deciden expresar y vivenciar esa identidad de género y/o orientación sexual.

  1. ¿Por qué es importante usar los pronombres correctos?

Este es, tristemente, un debate que muchos de nosotros hemos tenido a través de internet, y un problema real que las personas transgénero enfrentan cada día de sus vidas.

Algunas personas señalan que prefieren referirse a alguien usando los pronombres asociados con el sexo con que fueron asignados al nacer (“Si tienes vagina, eres una mujer y me voy a referir a ti como una mujer”).

Algunas personas señalan que usar pronombres singulares neutrales (como “xe” o “ze”), que no existen en español, es “ridículo”, “complicado” o “contrario al lenguaje español” y que la gente debiera “parar su complejo de sentirse único y especial” (snowflake complex en inglés, asociado a la unicidad de los copos de nieve).

Ahora, hacer eso no es solamente un acto de total falta de respeto hacia las preferencias e identidad de cada persona (¿le preguntarías a una mujer llamada Carol si puedes decirle Susan, sólo porque a ti te parece que se ve como una Susan y por tanto eso es lo que se siente correcto para ti? Exacto, eso pensé), pero también es una expresión de transfobia (que abordaremos luego, no se preocupen).

Cuando usamos los pronombres de preferencia por una persona, estamos reconociendo su identidad y aceptándola como válida y real. Esto es algo que debiéramos hacer con cada persona, independiente de su raza, género, edad, situación socioeconómica, etnia, país de origen, etc., pero enfoquémonos en las personas transgénero. En la sociedad de hoy, es muy común que las personas transgénero experimenten discriminación cotidiana y que vean invalidada su identidad de género. Al usar sus pronombres de preferencia, estamos ofreciéndoles un espacio donde pueden expresarse libremente, y mostrándoles el respeto que se merecen como seres humanos. Además, no estamos siendo intolerantes y personas horribles.

Ahora, esto no significa que no te puedas equivocar, o que eres un intolerante o una mala persona si accidentalmente usas un pronombre incorrecto. Hemos sido condicionados a pensar en categorías binarias con respecto al género, y a automáticamente asociar el sexo biológico asignado al nacer con la identidad de género. Por tanto, a veces nos podemos confundir. Puede que olvidemos usar el pronombre correcto cuando nos referimos a un amigo, un compañero de trabajo, o cualquier otra persona. Según la mayoría de personas transgénero y organizaciones que he conocido en mi vida, esto está bien. Es un proceso de aprendizaje. Lo importante es que cada vez que cometamos un error lo corrijamos, tratemos de no hacer una escándalo al respecto (es decir: no te disculpen diez mil veces por usar un pronombre incorrecto una vez, lo que puede ser más incómodo que tu error inicial), y trata de evitar cometer errores en el futuro.

  1. ¿Qué es la transfobia?

Ahora es momento de abordar un concepto que he usado mucho a lo largo de este post y que necesita ser definido. Estoy hablando sobre la transfobia.

La transfobia es el miedo, violencia, odio, intolerancia, hostilidad y otras actitudes negativas hacia las personas que se identifican como transgénero o que no encajan dentro de las categorías tradicionales de identidad, expresión, normas y/o roles de género.

Esto se usa para justificar la discriminación, el acoso, la violencia y otras formas de opresión hacia las personas transgénero. Lo que nos lleva directamente hacia nuestro siguiente tema,

  1. ¿Cómo se expresa la transfobia? (o “¿Puedes por favor nombrar un par de ejemplos de actitudes transfóbicas?)

Ya he nombrado un par de ejemplos de situaciones que son causadas y justificadas por la transfobia, tales como no considerar que una persona transgénero realmente pertenece al género con el que se identifica (“los hombres transexuales no son realmente hombres hasta que tengan pene”), o ignorar la orientación sexual de las personas en base a su identidad de género (“las mujeres transexuales no pueden ser lesbianas, son sólo hombres heterosexuales” o “te niegas a admitir que eres gay y sólo te consideras un hombre por culpa de la heteronormatividad”), o invalidar identidad de género no-binarias (“no es posible que una persona no se identifique con ningún género” o “tienes que ser un chico o una chica, no puedes ser ambos”), o negarse a referirse a alguien de acuerdo a sus pronombres y/o nombre de preferencia (“te llamaré de acuerdo a tu sexo asignado al nacer hasta que te sometas a terapia de reasignación de sexo” o “creo que tu pronombre de preferencia neutral es estúpido”).

No obstante, las personas transgénero también son afectadas por otras expresiones de transfobia en sus vidas cotidianas, con efectos nocivos sobre su bienestar físico, emocional y mental. Voy a referirme a cuatro de ellas que son muy comunes y usualmente justificadas por personas que no se consideran a sí mismas como “transfóbicas”.

A. La constante interrogante sobre los genitales de las personas transgénero

Esto se relaciona con lo que ya mencioné cuando me referí al concepto de “la dictadura de los genitales”, pero es particularmente dañino y maleducado porque representa también una enorme violación de la privacidad.

El año pasado, Laverne Cox y Carmen Carrera, dos maravillosas mujeres transgénero y activistas LGBTQ+, aparecieron en el talk show Katie, conducido por Katie Couric, en una polémica entrevista donde fueron interrogadas respecto a lo que tienen entre las piernas.

Es un ejemplo muy famoso, público y discutido de algo que las personas transgénero experimentan todos los días: la idea que otras personas personas parecen tener sobre su derecho a preguntarle a alguien respecto a sus genitales. ¿Por qué las personas hacen esto? Porque en nuestra sociedad tenemos internalizado que los genitales equivalen a la identidad de género, y por tanto existe la creencia de que necesitas saber lo que una persona tiene entre las piernas para saber si son hombres o mujeres. Y lo peor es que muchas personas no ven nada de malo en esto, diciendo que si verdaderamente se sintieran cómodos con su identidad de género no se sentirían atacados por esta tremenda violación de su privacidad.

Yo no sé ustedes, pero si alguien me preguntara a cómo se ve mi vagina, o cuál es el tamaño y forma de mi labia mayor, o qué tan grande es mi clítoris, me sentiría muy ofendida y atacada. Y mi respuesta inmediata sería “¡No es asunto tuyo!”. Porque no lo es, en lo absoluto. Y lo mismo ocurre para las personas transgénero. Nadie necesita saber si han pasado por cirugías de reasignación de sexo o no para saber si debieran considerarlos hombres o mujeres. Nadie necesita saber nada sobre su cuerpo para considerarlos personas y tener una conversación con ellos.

Simplemente no necesitas saberlo. No es asunto tuyo.

B. La negación a permitirle a las personas transgénero expresar su identidad de género libremente y en un ambiente seguro.

Otra concepción común respecto a las personas transgénero es que si quieres expresar tu identidad de género necesitas ser capaz de “hacerte pasar por”. Así, por ejemplo, necesitas verte super femenin@ si quieres usar falda, o si quieres salir a la calle siendo un hombre transgénero que nació con órganos sexuales femeninos, necesitas usar una faja en el pecho.

Aún si ignoramos lo completamente insensible que es esto respecto a la existencia de personas transgénero que no se identifican en las categorías femenino o masculino, por razones obvias, es completamente problemático en relación a una expresión saludable de la propia identidad de género a través de las expresiones de género que ellos consideran que mejor se ajustan a su género. Y al hacer esto, las personas refuerzan roles y expresiones de género sobre otras personas sin considera que estas son categorías sociales que pueden flexibilizarse para ajustarse a la identidad de cada persona.

¿Y qué resulta de esto? No sólo no dejar que la persona luzca de acuerdo a la expresión de género de su preferencia (por ejemplo, no dejar que una mujer transgénero que nació con órganos sexuales masculinos use vestidos o maquillaje, y forzarla a usar un traje), sino también un cuestionamiento constante de la identidad de género de una persona transgénero cada vez que hacen algo que no cae dentro de las categorías consideradas normales del género con el cual se identifican. De esta manera, si una persona transgénero que nació con órganos sexuales femeninos pero se identifica como hombre quiere usar falda, algunas personas se sienten con el derecho a cuestionar si “cambió de opinión” y ahora “quiere aceptar que es una mujer”.

Esto no le permite a las personas explorar sus identidades y expresiones de género libremente, y les fuerza a encajar dentro de un marco estricto que no les permite moverse a través de los temas con los que tienen que lidiar. Además, es usado para justificar crímenes de odio y otros actos de violencia contra las personas transgénero porque “se lo estaban buscando” al tener cierta actitud que no es considerada válida (sea esta expresar abiertamente su identidad de género o actuar de una forma que no es considerada coherente con la identidad de género que tienen).

Y no olvidemos el hecho de que muchas personas transgénero son constantemente referidas según un género distinto a aquel con el cual se identifican, y se les niega su derecho a tener su propia identidad de género, como fue, por ejemplo, el caso de Leelah Alcolrn, quien fue enviada a terapia de conversión por sus padres quienes, después de su suicidio, ignoraron su identidad de género y realizaron un funeral privado por la muerte de su “hijo”.

C. La prohibición a las personas transgénero de usar el cuarto de baño del género con el cual se identifican.

Esta es una situación que ha sido discutida por largo tiempo, pero que ha ganado una visibilidad creciente después de la presentación de leyes y enmiendas que harían el usar un baño que no se alinea con su sexo biológico (como es el caso de Florida y Texas), o que excluirían a los baños públicos de la competencia de leyes de antidiscriminación por conceptos de identidad de género (como es el caso de Canadá).

Así que ahora personas transgénero en algunos estados de los Estados Unidos de América, y Canadá, entre otros lugares, serían forzadas a ir al baño que les “corresponde” según su “sexo biológico”. Esto ha generado campañas en las redes sociales como los hashtags #WeJustNeedToPee (“Sólo necesitamos orinar”, USA) o “PlettPutMeHere” (Plett me puso aquí, Canadá) a modo de protesta contra estas medidas.

Esto fuerza a las personas transgénero a ingresar a lugares donde no se sienten cómodos, lo que puede gatillar disforia y ponerlos en riesgo de ser atacados, sólo por motivos transfóbicos. Y digo sólo por motivos transfóbicos porque no hay una razón racional que apoye esta decisión en lugar de dejar que las personas usen el baño correspondiente al género con el que se identifican o crear baños de género neutral (que es la mejor opción dado que es inclusivo con personas transgénero no binarias y genderqueer), o una combinación de ambas que sea inclusiva con personas de todos los géneros y les deje usar el baño con el que se sienten más cómodos y no el que prefiere un legislador transfóbico.

D. La negación a ofrecer espacios y productos neutrales en términos de género

Esto se relaciona con el tema anterior pero es un poco más amplio que eso. La existencia de espacios segregados por género usualmente no es necesaria, incluso si no tomamos en consideración los derechos de las personas transgénero. Por ejemplo, hasta hace muy poco en mi país teníamos recintos de votación segregados por razones que nadie nunca explicó satisfactoriamente y que parecía responder a razones prácticas más que a cualquier otra cosa (dado que las mujeres obtuvieron el derecho a votar muchos años después que los hombres). Esta razón, no obstante, no es realmente satisfactoria dado que el registro de votación fue borrado por completo durante la dictadura, pero el sexismo no es un tema en el que me quiera meter cuando llevo más de 4000 palabras ya.

Ahora, la existencia de espacios segregados por género usualmente presenta un problema para las personas transgénero porque deben ser asignados a uno de ellos basados ya sea en su identidad de género o en su sexo biológico, y es particularmente problemático para personas transgénero no-binarias o genderqueer que no se identifican en las categorías de hombre o mujer, poniéndolos en una posición muy incómoda cuando son obligados a ubicarse en una categoría que no les acomoda.

Es extremadamente importante evaluar si la existencia de lugares segregados por género es necesaria o si podemos cambiarlas por lugares neutrales en términos de género, no sólo por los derechos de las personas transgénero, sino porque es un asunto de igualdad de género; y ofrecer una alternativa a las personas que no se sienten cómodas siendo etiquetadas como pertenecientes a un espacio “masculino” o un espacio “femenino”, en caso de que sea considerado imposible poner a hombres y mujeres en el mismo lugar.

Además, esto se extiende a la necesidad de tener productos neutrales en términos de etiquetas de género, particularmente en el caso de productos sanitarios donde esta situación es más evidente. Estoy hablando, específicamente, pero sin restringirme a esto, del caso de los “productos de higiene femenina”, que por alguna razón necesitan tener el término “femenino” adjunto o las personas podrían olvidarse para qué son. Estaba hablando con un amigo sobre esto y él me dijo que algunos productos estaban dirigidos a “hombres” o “mujeres” porque no aplicarían a personas de otro sexo por razones biológicas. Los ejemplos usados fueron: productos para la menstruación, navajas de afeitar, desodorantes, y pañales. Voy a referirme a cada uno de ellos porque ya los mantuve leyendo mucho rato y qué son doscientas y algo palabras más.

D1. Productos para la menstruación

El período menstrual no es particularmente divertido para nadie. Esto no significa que tengas que odiarlo, o que no puedan haber aspectos que te gusten, pero aceptémoslo: hay momentos en los que desearíamos no menstruar. Pero para algunos hombres transgénero y personas genderqueer o no-binarias, la menstruación puede gatillar disforia, depresión y otras consecuencias negativas en relación al recordatorio mensual de que tienes un útero (¡y ningún bebé dentro de él!). Soy consciente de que este no es el caso de todos, y que cada persona tiene su propia relación personal con su cuerpo y sus procesos (A mí, por ejemplo, no me molesta la menstruación la mayor parte del tiempo pero algunas de mis amigas la odian, y así), pero lo cierto es que para algunas personas es un momento muy crítico. Además, el tema de la menstruación es crítico para algunas mujeres transgénero que no menstrúan y pueden sentir que están perdiéndose una experiencia que es considerada como esencial para la femineidad.

Para algunas personas transgénero que menstrúan, el hecho de que tengan que ir a una tienda y adquirir “productos femeninos” sólo contribuye a sus sentimientos de disforia. Y, admitámoslo, no hay nada esencialmente femenino en la menstruación más allá de que le pasa a la gente que tiene útero. Pero dado que no todas las personas que tienen úteros son mujeres, y que no todas las mujeres tienen úteros, no hay nada sobre la menstruación que requiera asociarla con ser mujer (más sobre el tema de cómo tener tu primer período menstrual no equivale a “convertirse en mujer” en otra ocasión).

Pensemos en ello: la mayoría de los productos sanitarios no tienen asociado un género porque son considerados neutrales en términos de género (jabones, shampoo, etc). Aún los productos que son tradicionalmente asociados con las mujeres no necesariamente tienen una etiqueta de género asociada a ellos, como el caso de las cremas para las manos o el maquillaje. Incluso los lubricantes están usualmente clasificados en referencia a la parte del cuerpo para la que son más adecuados (lubricante vaginal vs. lubricante anal). Y eso es porque en realidad no necesitamos tener una etiqueta de género en los productos sanitarios para saber para qué son. Si le quitamos el término “femenino” a los productos para la menstruación, lo más probable es que vamos a seguir sabiendo que son para la menstruación. Si solamente las llamamos “toallas higiénicas” o “tampones”, y hay una foto de ellos afuera del paquete, creo que tenemos una probabilidad grande de no equivocarnos. Ningún costo, puro beneficio.

D2. Navajas de afeitar

Mi amigo me dijo que las navajas para hombres están diseñadas para pelo más grueso y abundante, mientras que las navajas para mujeres están diseñadas para pelo más delgado y menos abundante. Y tiene razón, la primera vez que usé una navaja “para hombres” experimenté una depilación más rápida, al ras y más fácil que con las rosaditas, también conocidas como “navajas para mujeres”, que normalmente apestan.

Ahora, preguntémonos a nosotros mismos: ¿hay alguna razón para etiquetar las navajas según género y no según grosos y volumen de vello? La segunda opción parece mucho más adecuada para las necesidades de todos y de hecho haría la elección de la navaja más adecuada un proceso mucho más sencillo, asumiento que te quieres afeitar/depilar.

La única razón por las que son etiquetadas como navajas para “hombres” o “mujeres”, es porque los estereotipos de género tradicionales nos han enseñado que los hombres son peludos y las mujeres no, cuando en realidad muchas mujeres tienen vello grueso y abundante mientras que muchos hombres tienen vello delgado y en poco volumen. Etiquetar las navajas según género puede no sólo ser complicado para las personas transgénero, sino también para hombres y mujeres cis que no sienten que el vello en sus cuerpos calza con lo que la sociedad espera de ellos en base a su género. Tener barba es crítico para los conceptos tradicionales de “masculinidad” y no tener vello en el cuerpo es crítico en el concepto tradicional de “feminidad”. Como feministas, luchamos contra los conceptos tradicionales de lo que se espera del cuerpo de cada uno en base a su género, y por tanto también debemos luchar contra el etiquetado de productos que sólo refleja esas expectativas irreales.

D3. Desodorantes

Es el mismo argumento que el de las navajas, así que seré breve. El argumento de mi amigo era que los hombres necesitan desodorantes más fuertes que duran más, mientras que las mujeres necesitan desodorantes más suaves que no duren tanto. También hay una diferencia en el perfume.

La cosa es que algunas mujeres sudamos bastante. De hecho, “sudar excesivamente” es bastante común entre las mujeres, y eso nos lleva a preguntarnos si los parámetros de lo que es normal están más guiados pro lo que se espera de las mujeres que por lo las mujeres efectivamente experimentan. El tema del “sudado excesivo” es una preocupación compartida por muchas mujeres, y un tema particularmente complejo para las adolescentes que están entrando en la pubertad. No hay razón por la que los desodorantes no puedan ser etiquetados según la duración e intensidad de su efecto, con referencias al aroma que tienen en el paquete. De hecho, los desodorantes ya son etiquetados según estos criterios dentro de las líneas de productos “masculinos” y “femeninos”, por lo que no hay razón para continuar con un etiquetado en base a género de los desodorantes. Créanme, las personas saben cuánto sudan y cuánto huele su sudor; son perfectamente capaces de elegir un producto en base a sus necesidades sin la necesidad de que estén etiquetados como “masculinos” o “femeninos”.

D4. Pañales

La mayoría de las marcas de pañales tienen líneas de productos separadas –niños y niñas- basadas en el hecho de que el refuerzo a la absorción de orina tiene que ser puesta en lugares distintos para un mejor manejo de las filtraciones que la que tienen los pañales genéricos. De hecho, no tiene nada de malo indicar que un pañal está diseñado con refuerzo en la parte delantera, para los niños, y que otro pañal está diseñado con refuerzo en la parte central, para las niñas.

El problema aparece cuando la diferencia en los pañales, que debiera estar basada en diferencias biológicas asociadas a dónde es necesario ubicar el refuerzo, es usado para reforzar roles de género desde una edad temprana, con los pañales de las niñas de color rosado y con dibujos de princesas y los pañales de los niños de color azul y con dibujos de autos. Este es un tema complicado que es mejor abordar en otro momento, pero por ahora diré que las diferencias biológicas entre sexos no tienen que asociarse con la imposición de expresiones tradicionales de género en un bebé. Se puede comprar un pañal que tiene refuerzo en el lugar donde el bebé lo necesita sin que tenga que estar cubierto en algo que a tu bebé debería gustarle por la mera razón de lo que tiene entre las piernas, haciendo, por tanto, que las diferencias en la parte exterior de los pañales para niños y niñas sea algo causado por normas sociales de género y no por razones biológicas.

  1. ¿Cuál es el impacto de la transfobia?

Este es el último tema que voy a abordar en esta columna. La transfobia es un reflejo de los estrictos roles y normas de género que la sociedad patriarcal impone a las personas, y afecta profundamente a la comunidad transgénero, tanto jóvenes como adultos.

Cada año, cientos de personas transgénero son asesinadas alrededor del mundo a causa de su identidad de género. Los números no son claros, porque los crímenes contra personas transgénero son subreportados o no clasificados como tales, y en lugar de eso se suman a las estadísticas generales sobre asesinatos al definir a la persona transgénero según su sexo biológico.

Desde el suicidio de Leelah Alcorn, al menos seis otros jóvenes transgénero se han suicidado a causa del rechazo, la discriminación y el bullying.

Los adolescentes transgéneros (y, de hecho, la juventud LGBTQ+ en general) tienen un mayor riesgo de intentar suicidarse, ser víctimas de violencia y abandonar sus estudios a causa del bullying y el aislamiento social.

La National Transgender Discrimination Survey, llevada a cabo por la American Foundation for Suicide Prevention, y aplicada durante el otoño del año 2008 a 6.456 mayores de 18 años auto identificados como personas transgénero o no-binarias, encontró que el porcentaje de los hombres y mujeres transgénero de la muestra que habían intentado suicidarse era superior al 40% (46% y 42%, respectivamente), siendo esto mayor para las personas transgénero más jóvenes (18-24 años de edad, 45%), multirraciales (54%), o pertenecientes a la etnia de indígenas americanos o nativos de Alaska (56%). Se encontró una asociación entre el ser víctima de discriminación y/o el aislamiento social y la prevalencia de intentos de suicidio: un 57% de las personas transgénero encuestadas cuyas familias eligieron no hablar o pasar tiempo con ellos intentaron suicidarse, junto con un 60% de las personas transgénero que habían sido negadas tratamiento médico por parte de un médico o personal de salud, y un 69% de las personas transgénero que habían estado en situación de calle en algún momento de sus vidas. Este estudio no tenía información para personas transgénero menores de 18 años, pero es posible inferir que los números son iguales o peores para la juventud transgénero.

Recientemente, el presidente Obama hizo un llamado a terminar con la terapia de conversión para la juventud LGBTQ+, pero aún sigue pendiente la legislación en el tema.

Es importante que todos nos informemos sobre las temáticas de la comunidad transgénero, y sobre cómo promover ambientes seguros y amigables con las personas transgénero, particularmente los adolescentes, dentro del marco del movimiento por la igualdad de género.

Que sus nombres nunca sean olvidados.

Transphobia and the dictatorship of genitalia

(Spanish version available here)

Today I found out about the sad news that another young transperson had taken her own life a few days ago, after experiencing bullying and isolation at her school. Her name was Taylor Alesana. This marks the 7th suicide of trans youth since December. Her name is added to the list that started with young Leelah Alcorn and, until now, ended with Blake Brockington.

What all this people, this beautiful young people, had in common is that they were rejected by who they were. Just that. They didn’t got rejected because they had a problematic opinion, or a view of the world that wasn’t shared by their family or peers. They got rejected, and ultimately driven to suicide, because people couldn’t accept who they really were.

And I wasn’t going to address this now (instead, I was focusing on talking about consent and sexual abuse) but I’ve realized we can’t keep quiet a minute longer. We can’t shut up when the generalized transphobia of today’s society is killing young people every week.

So, I decided to talk about transphobia. Me, a cis woman  (even though I’m still struggling with the fact that sometimes I feel like I don’t have a gender, but that’s a subject for another day), who has never experienced people treating me like I don’t know who I really am, who has never had people address me for a pronoun other than the one I identify with, who doesn’t really know on her own flesh what is like to be triggered everyday by seemingly “mundane” and “irrelevant” things because in our society if you’re born with a vagina you’re a woman and if you’re born with a penis you’re a man, me, I’m going to talk about this.

Because we all should.

Because not because we are not the victims of injustice and abuse it means we shouldn’t talk about or fight to make it stop.

Because it not “none of our business” or “not our fight”.

We have a duty, as fellow human beings. And that duty is to fight and end abuse to us all. I’m a feminist, and I believe in, and fight towards, the equality of all genders.

(Again: this is my own opinion and, unless it’s explicitly stated in the form of a quote or reference, I’m speaking from my own knowledge and experience. Feel free to discuss with me in the comments, I would love to learn from your experience and personal views, specially if you feel I’m getting something wrong about the topics here discussed)

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Reflections on “Fifi”and sexism

(Spanish version available here)

I recently found out, like many other people, about the online distribution of a video where a minor, “Fifi”, performed several sexual acts with a number of people. I must say that I haven’t seen the video nor plan to. First, because the video shows minors, and therefore is a felony, and second, and more important, because this video was “leaked” without the express consent of everyone involved, hence participating in its viralization is a huge violation of these people’s privacy. Therefore, I’ve informed myself about the contents of the video through what the press has published (1) (2) (3) (4), and what I have read in several social networks.

That’s not what’s important.

What’s important is the reflection we might do about the reaction our society has had to the existence and distribution of said video, and how this makes us aware of the deeply sexist logics and dynamics that still limit and regulate our sexual behavior, freedom and empowerment.
This is a brief reflection (because I don’t have unlimited space to reflect carefully on each of these topics) and it only reflects my personal opinion about it. Hence, this should be considered an opinion about the topics this kind of situations call to attention, and that will be addressed in depth in the future.

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Reflexiones sobre la “Fifi” y el sexismo

(English version available here)

Recientemente me enteré, al igual que muchas otras personas, de la difusión de un video donde una joven menor de edad, “Fifi”, realizaba distintos actos de índole sexual con una serie de personas. Debo aclarar que no he visto el video ni planeo hacerlo. Primero, porque en el video aparecen menores de edad, por lo que es un delito, y segundo, y principalmente por esto, porque es un vídeo que fue “filtrado” sin el consentimiento explícito de todos los participantes, por lo que participar de su viralización es una violación tremenda a la privacidad de estas personas. Por lo tanto, me he informado de los contenidos del video a través de lo que ha publicado la prensa (1) (2) (3) (4), y lo que he leído en diversas redes sociales.
Eso no es importante.
Lo importante es la reflexión que podemos hacer respecto a la reacción que ha tenido nuestra sociedad ante la existencia, y distribución, de dicho video, y como esto nos hace conscientes de las dinámicas y lógicas profundamente sexistas que todavía regulan y limitan nuestro comportamiento, nuestra libertad y nuestro empoderamiento sexual.

Esta es una reflexión corta (dado que no tengo espacio infinito para reflexionar detalladamente sobre cada uno de estos temas) y que sólo refleja mi opinión personal al respecto. Esto, por tanto, debiera tomarse como una opinión sobre los tópicos de discusión que levantan este tipo de situaciones, y que serán profundizados en un futuro -esperemos- próximo.

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